Laberíntico. O como una montaña rusa.
Cíclico. Por qué no ciclotímico. Un espiral. Interrogantes.
Desnudez.
“que si vengo, que no voy, que si
estoy, que me pierdo...”. Las cosas que pienso hoy. Las canciones
que recuerdo. La cabeza que perdí. O lo que encontré adentro de mi
cabeza. ¿Cuánto tiempo sin sentir el deseo de escribir? Algo se
está reactivando. No puede ser otra cosa. ¿Y ahora qué? ¿Qué
estoy dispuesta a cambiar? Dónde está la razón de todo. Dónde la
puse, dónde la dejé. A quién se la di.
Suena el vals de Amélie. Y yo no soy
esa. O quizás sí. ¿Cuál es el sentido de la distancia? Distancia
de qué. De quién. De mí. Lo inconciente. ¿Alguien estuvo ahí?
Frío. Cosas que decir. Que se dicen
solas. Brotan. Como brotan las lágrimas. ¿Cuándo fue la última
vez que lloré? Qué triste no recordarlo. Tal vez hoy llore. ¿Por
qué? Porque sí. Por no recordar la última vez. ¿Qué quiero
hacer? Distinto a lo que voy a hacer.
Palabras. Escalofríos. Momentos.
Miradas. Acciones. Aromas. Aire. Suelo. Inconciencia. ¿Otra vez?
Hasta dónde. Los límites. La insistencia. La distancia otra vez.
¿Qué distancia? ¿De qué estoy hablando?
Los seres. Los cuerpos. Los
sentimientos. El habla. La piel. Decepción. El cambio. El peso, la
levedad. Los libros. Los personajes de los libros. Teresa, Tomás. Un
violonchelista. La muerte.
Laberíntico. Pensamientos
laberínticos. Un yo laberíntico. Los laberintos no tienen llaves.